Es menester hacer una reflexión profunda de nuestro hoy para poder encausarnos el lecho de la racionalidad y el desarrollo armónico como sociedad.
Desde hace varios años el rumbo del país se salió de madre, y ese desbordamiento no es por mera liberalidad, hay fuerzas que empujan y otras que tratan de contener la avalancha, pero los que terminan pagando el plato es la sociedad que está en el medio.
La ortodoxia económica plantea que a mayor crecimiento económico se genera per se desarrollo económico, en otras palabras bienestar de la población; si esto fuese así no habría razón para las protestas que ahogan las ciudades donde se producen. Se contradice el crecimiento económico con los niveles de desempleo, tal vez, porque estamos focalizados en un modelo industrial que puede tener buenos indicadores de productividad y rentabilidad, pero que en sus procesos productivos dejó hace muchos años de ser intensivo en mano de obra, y hoy son en gran parte automatizados, además de que no se ha querido entender por parte de los legos el desplazamiento del talento humano hacia el sector servicios, el cual, obviamente depende de la estacionalidad de la industria (temporadas) en las cuales se demanda más o menos personas, por estas razones para facilidad del comercio Fenalco sale a defender la propuesta del trabajo por horas.
Esa modalidad hace mucho tiempo se practica en nuestra cultura de contratación. Ella no es ilógica si viene acompañada de una política clara de formalización del empleo y la garantía de que el trabajador por horas pueda constituir una empresa que le permita prestar servicios y ocupar el real productivo; pero, como lanzamos ideas sueltas sin profundidad, se pone a boca de jarro para los manifestantes el motivo para salir a las calles.
A su vez, se salió de madre la protesta social pacífica, los organizadores se dejaron infiltrar y los terroristas se las están tomando, como fue el caso de la quema la semana pasada de la retroexcavadora en el ITM de Robledo y los daños al carro de bomberos que asistía la emergencia.
Otro aspecto que se salió de madre en nuestro país es el valor de la vida. Mientras los dirigentes populistas animalistas salen a decir por todos los medios que en su jurisdicción se acaba la fiesta brava, en las calles, caen como moscas nuestros congéneres y, como el tema se volvió parte del paisaje, resbala por la pendiente jabonosa de la sensibilidad social. Baste con ver como un hincha del América de Cali, por solo llevar puesta la camiseta del equipo de su alma, se topa con otros del equipo contrario de plaza, el Deportivo Cali, y ellos, con toda la sevicia le causan la muerte, mientras que otra persona filma el acto criminal, pero aparte de la gravedad de los acontecimientos el criminal es un menor de 15 años.
Y para acabar de ajustar, y para no creer lo acontecido con un carro de bomberos qué iba de apoyo a colaborar para apagar un incendio en el hospital de Mesitas del Colegio, Cundinamarca, fue detenido porque no tenia para pagar el peaje, hasta que un buen samaritano lo canceló.
Es menester hacer una reflexión profunda de nuestro hoy para poder encausarnos el lecho de la racionalidad y el desarrollo armónico como sociedad.