San Romero de América

Autor: Hernán Mira Fernández
13 octubre de 2018 - 09:04 PM

Monseñor Romero criticó en una célebre homilía a los “cristianos de misa dominical y de semanas injustas”. Aquí y ahora son innumerables los ejemplos.

“Cuando se le da pan al que tiene hambre lo llaman a uno santo, pero si se pregunta por las causas de por qué el pueblo tiene hambre, lo llaman comunista, ateísta. Pero hay un ‘ateísmo’ más cercano y más peligroso para nuestra Iglesia: el ateísmo del capitalismo cuando los bienes materiales se erigen en ídolos y sustituyen a Dios”. San Óscar Arnulfo Romero

Este domingo se canoniza en San Salvador, a quien fuera su arzobispo Mons. Oscar Romero. Su canonización no ha sido propiamente un jardín de rosas sino lleno de espinas. Juan Pablo II mantuvo engavetado su proceso y censuró en reiteradas ocasiones la actuación pastoral de monseñor Romero por considerarla más política que religiosa y por entender que había permitido la infiltración del marxismo en la Iglesia salvadoreña.

Vea también: Colombia y el beato Romero

Su proceso de canonización tuvo varios opositores en América Latina, uno de ellos fue el cardenal Alfonso López Trujillo, gran enemigo de todo lo que en algo se pareciera a la Teología de la Liberación, quien para la época era el encargado de los asuntos latinoamericanos en el Vaticano.

Juan Pablo II investigó a Romero. Sobre esto cuenta el hermano de Mons. Romero, Gaspar, que tres obispos de El Salvador fueron a hablar con el papa. “Los ricos les pagaron a ellos para que fueran a denunciarlo (por aliado al comunismo) al Vaticano. Mandaron una investigación para saber qué pasaba. La comisión que vino a El Salvador asistía a las homilías de forma anónima. Monseñor no sabía que aquí estaban, pero dieron un reporte en el que decían que él estaba haciendo lo mejor y decían que los demás arzobispos fueran como él.”

El papa Francisco dijo, a propósito de la difamación a que se ha sometido a Romero, que su martirio “fue también posterior porque una vez muerto fue difamado, calumniado, ensuciado. Su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado (…) un hombre que sigue siendo mártir, bueno ahora ya creo que casi ninguno se atreva, pero que después de haber dado su vida siguió dándola dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias.”

San Romero de América fue un aguerrido e incansable luchador contra las injusticias sociales, la inequidad, la discriminación y la exclusión. Un gran líder en la defensa de los Derechos Humanos, por lo que la Universidad Católica de Lovaina le otorgó el doctorado honoris causa. Allí dijo: “Las mayorías pobres de nuestro país son oprimidas y reprimidas cotidianamente por las estructuras económicas y políticas de nuestro país. Entre nosotros siguen siendo verdad las terribles palabras de los profetas de Israel. Existen entre nosotros los que venden el justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; los que amontonan violencia y despojo en sus palacios; los que aplastan a los pobres; los que hacen que se acerque un reino de violencia, acostados en camas de marfil; los que juntan casa con casa y anexionan campo a campo hasta ocupar todo el sitio y quedarse solos en el país.”

El hoy ya San Romero era contundente y ejemplarizante en sus señalamientos y denuncias: “Los servidores de la absolutización de la derecha, que hoy aquí en El Salvador –también en Colombia-, es la riqueza, la propiedad privada, el poder político, servidores de ese frente de ultraderecha, las organizaciones de ultra derecha que amenazan, acribillan a balazos, secuestran, todo eso es servicio al falso dios. Eso es también idolatría de dioses que están cobrando vidas humanas. Servidores del dios Moloc”. Este era un dios de los fenicios al que se ofrecían sacrificios de vidas humanas, especialmente niños.

Lea además: Mártir del odio a la caridad

Y otro firme señalamiento: “Otra forma falsa de Dios es el Dios espiritualista, el Dios desencarnado, el Dios del sacerdote y el levita que pasaron cuando vieron al herido y no le hicieron caso (parábola del Buen Samaritano). Es el Dios de aquellos que dicen: ¡Ah, la iglesia ya se metió en política, solo habla de socialismo, de cosas terrenales! Y es porque ellos quisieran que no se hablara de esas cosas, que no se le hiciera caso al hombre herido”.

El renombrado teólogo español, Juan José Tamayo, califica la canonización de Romero por el papa Francisco como un reconocimiento de la teología de la liberación, perseguida durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

 

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