Si no peleas contra la corrupción…

Autor: Hernán Mira Fernández
26 agosto de 2018 - 12:01 AM

En la corrupción, una ciudadanía pasiva que puede elegir los corruptos consciente ese mal que unos cometen y todos padecemos.

“Si no peleas para acabar la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella.” Joan Baez

A la corrupción se le han señalado “4 E” como características: es extensa, específica, elogiada y encubierta. Su extensión es la de una “pandemia” por su carácter invasor y contaminante, que ya se ha llegado a convertir en un cáncer con múltiples metástasis en todos los niveles sociales Es específica porque presenta diferentes características y contenidos según las áreas afectadas como la política, la justicia, el sistema financiero, las empresas, la Iglesia, los medios de comunicación, narcotráfico, comercio sexual e infantil. La llamada “buena” corrupción, esa de las justas proporciones de Turbay, es elogiada porque se establece como un signo de competencia y capacidad y así consigue admiradores, aliados y personas dispuestas a celebrar los acontecimientos corruptos como buenos logros.

La corrupción, evidentemente, es tanto ilegal como inmoral y desde ahí se la definido constantemente. En lo legal la corrupción se considera que es la que incluye aquellas maneras de usar dinero para atender objetivos privados por medios políticos que son criminales e ilegales.

 

Lo invitamos a leer: ¿Se acaba la ética en Colombia?

 

 

Desde lo moral la corrupción es la transgresión de unas determinadas normas, principios y valores con lo que se quebranta la existencia y mantenimiento de un orden social justo y razonable. Se atenta contra el orden moral, contra la justicia y contra el desarrollo de los pueblos. Genera pobreza, desigualdad y al mismo tiempo consolida elites y grupos que evaden obligaciones fiscales y derivan cantidades importantes de dinero a paraísos fiscales amparados en gobiernos que los favorecen con amnistías fiscales y en sus propios partidos políticos que no solo encubren sino practican abierta y desvergonzadamente la corrupción.

En Colombia desde la Colonia, con ese dicho que ha hecho toda la carrera a través de la historia, “se obedece pero no se cumple”, atribuido a Gonzalo de Oyón, se ha asentado muy cómodamente y ha hecho de todas las suyas esa cultura del incumplimiento de normas bien adobada por el atajo, y en ella se ha instalado y acomodado en lugar cinco estrellas la corrupción.

Analizando porque un buen núcleo de la población es tan incumplidora de las normas, se ha encontrado que este colombiano cuando  enfrenta la situación de acatar o violar una norma, no hace un ejercicio racional de costo-beneficio ante el castigo por burlarla, o busque una segunda mejor opción, ni mucho menos que asuma que el logro de un beneficio menor individual logra un mayor beneficio colectivo. Por el contrario, como dice la firma Raddar, hace mejor un análisis de riesgo: si viola la norma, lo pueden atrapar o no; si lo atrapan, lo pueden sancionar o no; si lo sancionan, puede cumplir la sanción o no; si cumple la sanción, gana más al cometer el delito o no. Así es como aquí los campeones de la corrupción resuelven lanzarse a ella, pues pueden no descubrirlos y si los descubren ir a casa por cárcel y seguir disfrutando, él y los suyos, del dinero y los bienes tan mal habidos.

Hay corruptos, corruptores, encubridores, y dos participantes fundamentales, uno es el que comete la corrupción y el otro, mayoritario en la sociedad actual, es el espectador indiferente que con su pasividad (ciudadanía pasiva que los elige) consiente el mal que algunos cometen y  todos padecemos. Esta es una gran desgracia de la sociedad que como indicaba Primo Levi es esa en la que “el pueblo se ha trasformado en público y que nos ocupamos más de lo que hacemos que de lo que no hacemos”. Votar la Consulta Anticorrupción es empezar a ocuparnos de eso que no hacemos como ciudadanos.

 

Lea también: De ética, política y los candidatos

 

 

CODA. En Colombia nos la hemos pasado, a lo largo de la historia, mirando la corrupción con asombro pero sin comprometernos a emprender acciones y movimientos ciudadanos serios que la impidan. “Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti” dice Nietzsche. Ese solo mirar con alguna  tolerancia la corrupción en el país, nos va poniendo en el camino de los monstruos. Votar la Consulta Anticorrupción nos abre un camino de esperanza en esta lucha sin cuartel.

 

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