Los éxitos de Netanyahu se verán empobrecidos en la perspectiva biográfica e histórica si moviliza todos los amplios recursos que hoy dispone para evadir el encuentro con los jueces
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Las primeras negociaciones dirigidas a orquestar una nueva coalición gubernamental parecen estar presididas por un convergente propósito: acordar que Benjamín (Bibi) Netanyahu no conocerá comparecencia alguna ante los tribunales por presuntos delitos que habría cometido a lo largo de su trayectoria como Primer Ministro. Un propósito que, si llega a cristalizar, también beneficiará- a no pocos representantes parlamentarios que ya tienen antecedentes y presencia ante los jueces. El argumento: tareas públicas de alta prioridad e importancia no admiten hoy cancelación; los tribunales y las sanciones pueden esperar. Argumento que pondrá en tensión y conflicto la indispensable división y equilibrio de los poderes conduciendo al país a una torcida politización de las normas e instituciones.
Resultado que Bibi no puede ni debe ignorar. Insiste sin embargo en que gratuitamente, sin base alguna, se le atribuyen a él y a diferentes ramales de su familia delitos que nada los sustenta y que, lo tanto, estos gratuitos señalamientos no deben alejarlo de las urgentes e importantes tareas que el país reclama.
Con esta afirmación y propósito se consagra hoy a concertar un entendimiento con personajes que hasta hoy habían sido repudiados y marginados por la mayoría de la opinión pública. Nombrar a algunos de ellos ministros de educación, de justicia, y/de asuntos internos se le antoja el precio inesquivable para eludir cualquier fastidiosa y costosa presentación ante los tribunales. Los resultados de estas designaciones en la hoy equilibrada convivencia de laicos y religiosos, de judíos con kurdos, musulmanes y cristianos, y, en general, de toda la ciudadanía más allá de preferencias religiosas y de género parecen tener marginal importancia.
No son pocos ni menores los buenos resultados del quehacer de Netanyahu como responsable de la seguridad y del bienestar del país. Pero se verán empobrecidos en la perspectiva biográfica e histórica si moviliza todos los amplios recursos que hoy dispone para evadir el encuentro con los jueces. Su convicción de que no hay nada debería conducirlo a ellos a fin de que todos- sin excepción- festejemos su inocencia.