Las organizaciones sociales y entidades estatales no quieren hablar del tema del suicidio, es poca la información que entregan y acceder a los reportes es difícil. ¿La influencia de las redes sociales en el suicidio de niños y adolescentes es un tema prohibido o un tema tabú? Hablan psiquiatras infantiles.
No ir al detalle, referirse a él como un hecho logrado, no uno exitoso; resaltar las alternativas posibles y proporcionar información sobre líneas de ayuda y recursos comunitarios, son algunos de los puntos importantes que estableció la OMS, Organización Mundial de la Salud, para el tono de la conversación pública sobre el suicidio.
El propósito es claro: no servir de escenario que induzca o reafirme la idea de cometer un suicidio, especialmente en niños y adolescentes, debido a que este es un problema grave de salud pública, según se desprende de la afirmación de que “es un hecho que requiere nuestra atención, pero desgraciadamente su prevención y control no son tarea fácil”, según el documento Prevención del suicidio, un instrumento para profesionales de los medios de comunicación, de la citada OMS, una guía que apunta a ser la regla general para las empresas noticiosas del mundo.
Claro está que ese propósito se ha convertido en un gran desafío, teniendo en cuenta las capacidades y fines que están a disposición de los usuarios en la web 5.0. Y ahí, en ese universo del llamado Internet sensorial y emotivo, dos frentes preocupan: los grupos y mensajes en redes sociales que incitan al suicidio en niños y adolescentes.
Cabe mencionar el caso de Molly Russell, una británica de 14 años, cuyo suicidio llevó a culpar a las redes sociales del aumento de casos presentados en niños y adolescentes en el mundo. Su padre dijo: “No me cabe la menor duda de que Instagram ayudó a matar a mi hija”, luego de cuestionarse sobre qué está haciendo la plataforma para imágenes y selfies para proteger a los menores de edad frente a las publicaciones e historias que se suben incitando a los jóvenes a acabar con sus vidas.
Pero, cabe acotar, ese es un asunto igual para todas las redes sociales y se puede comprobar al acceder, muy fácilmente, al material contenido bajo las etiquetas #suicidio o #suicidarse, solo por mencionar algunas.
En los últimos diez años, en esa población se pasó en Colombia de 180 suicidios en un año a 267, lo que implica un aumento del 43%, según datos de Medicinal Legal.
Y es que el suicidio en niños y adolescentes, y en general en los adultos también, es un tema que suele evitarse, juzgarse o que simplemente se susurra al oído. ¿Por qué?
El Dr. Rafael Vásquez Rojas, médico psiquiatra especializado en niños y adolescentes, consideró que se evita hablar abiertamente de este tema, porque en las familias se vuelve una prueba de que la crianza de los niños no resultó bien y por el contrario, se fracasó en ese propósito.
Desde su experiencia, Vásquez Rojas afirmó que cuando un niño o un joven se suicida, muchas familias cometen el error de justificarlo afirmando que en el diario vivir de ellos se presentó o sucedió algo que generó un gran momento de tensión y por eso se cometió el acto, y esa convicción de las personas, rechazó el doctor, es tan fuerte que ha provocado que tan solo en el 2% o a veces hasta en el 5% de las ocasiones en que un miembro de esta población intenta suicidarse, después acuda a atención médica.
Eso indica que, prácticamente, el 95% de las familias no lleva a sus hijos a la consulta de psiquiatría después del intento de suicidio, a pesar de que “el episodio pudo ser tan grave o aparatoso para todo el núcleo familiar”, dijo el médico.
Lo cierto es que esta es una creencia errada, pues un suicidio no se comete en un acto espontáneo, es una sucesión de cosas las que conllevan a ello, y en el cambio de las dinámicas de las cosas, la mala utilización de las redes sociales, además de las falencias de estas plataformas en cuanto a la revisión de los contenidos, entró a jugar fuertemente en la corresponsabilidad de los episodios de este problema de la salud pública.
Para la OMS, el suicidio es un fenómeno que ocurre por múltiples causas, por ello, las personas vulnerables deben poder encontrar herramientas de ayuda en sus familias, en los entornos escolares y también en internet. Además, en informes de esta Organización se consigna que en 2016, el suicidio fue la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años y cerca de 800.000 personas se quitan la vida cada año.
Por su parte, el médico Juan David Palacio Ortiz, coordinador del programa de Psiquiatría Pediátrica de la UdeA, expresó que en este asunto se debe considerar la promoción del tema para que padres y maestros hablen abiertamente del suicidio y la depresión, ya que permite detectar a tiempo la idea existente de cometerlo.
“Generalmente recomendamos que no se hable mucho sobre suicidios que han sucedido recientemente o publicar o reenviar imágenes del hecho por redes sociales o en los medios de comunicación, porque, cuando suceden estos actos se tienden a replicar”, aclaró el médico.
Palacio Ortiz habló, específicamente, de las imágenes que se publican en las redes sociales de personas suicidas o de autolesiones, e indicó que estas plataformas deben ser herramientas de ayuda para prevenirlo, más no escenarios para que el tema se agrave.
No obstante, indicó que el suicidio no es un tema prohibido o no puede ser un tabú.
La magnitud de un suicidio es tan amplia que no ayuda el que muchas personas estén aterrorizadas solo con mencionarlo. Ese hecho permite el auge de publicaciones suicidas en las redes sociales, de eso está segura Claudia Patricia López Echeverry, gestora Regional de Red PaPaz.
El ideal sería, según el coordinador del programa de Psiquiatría Pediátrica de la UdeA, que la gente hable abiertamente de este asunto de salud pública, pero con respeto.
Para el columnista de La República, Diego A. Santos, quien suele abordar en su espacio las problemáticas del entorno digital, las redes sociales deben tener corresponsabilidad en este tema, pues es en ellas donde abunda el contenido que incita a ello. Reconoció que si bien estas plataformas bajan, de vez en cuando, algunos posts, se han quedado muy cortas en combatirlo.
¿Qué recomendar a padres y a maestros para tratar este asunto? Muchos creen que en la depresión y el suicidio lo que se dice o no se dice, así como la manera en que se hace, marca la diferencia.
Sin embargo, los dos psiquiatras infantiles coincidieron en que tampoco es que sea un hecho “tan demarcador” el acto del suicidio. Lo que sí es un demarcador de susceptibilidad, y a lo que hay que ponerle el ojo en los niños y los jóvenes, es al padecimiento de trastorno de ansiedad o periodos de ansiedad largos.
Para el Dr. Vásquez Rojas, puede suceder que los niños o jóvenes estaban deprimidos pero podían sobrellevar la condición, mientras fuera solamente depresión. ¿Por qué? En el momento en que la ansiedad se empeora, es decir, cuando aparece como un padecimiento además de la depresión, “la capacidad que tenemos los humanos de tolerar niveles de ansiedad está en un rango muy bajo, y entonces, en un momento determinado con los niños y los jóvenes, el intento de suicidio surge como una ecuación: si a mí me toca seguir aguantando este nivel de ansiedad tan fuerte, yo más bien me lanzo, y, en efecto, se lanza. Así que, el marcador fuerte en el intento de suicidio es la ansiedad por periodos prolongados, por encima de 4 a 6 semanas”, explicó.
El otro componente que es muy fuerte, y es demarcador, es el bajo rendimiento escolar en niños y jóvenes que tenían un buen rendimiento escolar. Obviamente, en quienes siempre han tenido un mal rendimiento en el colegio, pues eso no indica nada nuevo. Y en general hay que abrir los ojos frente a los bajos rendimientos en otras actividades, por ejemplo los deportes.
Así también, el tercer demarcador es el aislarse socialmente, comenzar a abandonar a los amigos, dejar de frecuentarlos, perder el gusto a estar con ellos, evitar las actividades que solía hacer con ellos. El psiquiatra infantil recomendó a las familias que si el niño o adolescente presenta los tres demarcadores, “mejor corran a cita con el experto”.
Si bien los padres de familia deberían consultar siempre qué publican sus hijos adolescentes en las redes sociales y revisar cuáles páginas visitan, ante esos tres demarcadores, recomiendan los psiquiatras, se debe poner la lupa en el mundo de la virtualidad y los acercamientos que estos tengan en ellas con mensajes y grupos que promuevan el suicidio.
Muchos menores de edad creen que tiene validez comentar en redes sociales los problemas o sufrimientos, y en especial le atribuyen un rol terapéutico a ese asunto. No obstante, el Dr. Palacio Ortiz reconoció que en general ha cambiado mucho la forma como se comunican las personas, en especial los niños y los adolescentes, y aunque dicha estimación es discutible, lo cierto es que la virtualidad y las redes sociales permiten exponer los sentimientos y pensamientos y este fenómeno supone un marco social de mucho más cuidado.
“Ahora, hay una tendencia en algunos a querer llamar la atención, a querer decir cosas incluso mucho más notorias que las de los demás, eso de querer ser el más, a veces, lleva a que los niños y adolescentes empiecen a expresar problemas o sufrimientos para poder llamar la atención, lo cual no conduce a un buen camino, a veces lo único que hace es despertar un impulso mucho mayor en otros a hablar sobre sus sufrimientos y no desemboca en algo positivo. Eso no tiene nada de terapéutico, no implica lo mismo que desahogarse con otra persona, realmente es más bien exponer ante muchas personas los sufrimientos”, indicó el médico.
En ese escenario se pueden dar muchos fenómenos, uno es que algunos lo ignoren, y entonces la persona se siente mal; otro es que algunos empiecen a competir contra esos sufrimientos, es decir, establecer el que más haya sufrido, el que más se haya hecho daño, y el tercero puede ser generar lástima, algo que no es recomendable.
“Creo que los maestros y los padres de familia debemos educar a los niños y adolescentes en el sentido de que hay cosas que son privadas, que hacen parte de nuestra intimidad y que no se comparten con todo el mundo, sino que deben ser más bien ventiladas ante personas expertas o muy cercanas a ellos, quienes realmente los puedan aconsejar”, dijo el Dr. Juan David Palacio Ortiz.
La contraparte de exponer las emociones en redes sociales, o más bien el otro escenario al que se le debe poner la atención, es el consumo de ese contenido, y aunque Facebook, Instagram, Twitter, Snapchat y Youtube han doblado sus esfuerzos para poner pantallas de protección y ocultar imágenes y videos en los que aparecen personas que se hacen daño o a los mensajes que incitan al suicidio en niños y adolescentes, es evidente que no ha sido suficiente.
Red Papaz tiene la Línea Te Protejo, una iniciativa para la efectiva protección, a través de internet, de la infancia y la adolescencia en Colombia, la cual permite hacer denuncia de los mensajes o grupos en redes sociales que promueven el suicidio en niños y adolescentes.
En cuanto a cómo denunciar, Claudia Patricia López Echeverry recomendó tomarle pantallazos a aquella información que se considere esté incitando el acto, también revisar de dónde proviene dicho contenido y, quizá lo más importante, no continuar cadenas con falsa información y no generar el pánico entre las familias.
El sitio web es http://teprotejo.org. Allí se debe diligenciar el formulario de denuncia y, con esa información, Red Papaz activa la ruta de atención con la Policía Nacional y hace seguimiento a los casos reportados.