Té estilo japonés

Autor: Mariluz Uribe
27 febrero de 2018 - 12:08 AM

No se eternizan en la visita, ni se emborrachan (aunque el té en gran cantidad emborracha), ni hacen bostezar a los dueños de casa, sino que admiran, agradecen, se despiden y se van.

“Fiestas de Primavera, el imperio de los cerezos en flor - A partir de los primeros días de marzo, cuando los últimos pétalos de los cerezos caen al suelo, la primavera marca el tiempo del renacimiento y de la celebración”.

Llega pues la semana cultural japonesa. Podemos ofrecer una ceremonia del té para descrestar a nuestras amistades.

Para tomar el té, las damas se ponen sus mejores kimonos de seda bordados, ajustados con grandes cinturones con enorme lazo atrás.

El pelo negro está siempre cogido. El maquillaje es blanco sobre la piel color mate. Para el teatro usan un maquillaje rojizo con la nariz destacada en blanco, pueden apreciarlo en cualquier pintura oriental, los personajes muestran una gran nariz larga, casi aguileña, cuando en la vida real son bastante chatos...

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Los kimonos tienen anchas mangas donde esconder las manos, esto es importante para el invierno. Si paredes y puertas son paneles de papel el frío puede ser intenso.
El largo del traje deja descubierto el pie, las medias son de hilo blanco con dedo pulgar independiente, para poder pasarse el zapato que es una alta suela de madera de cuyos lados salen dos tiras que se juntan para pasar por entre los dedos. Es bastante difícil caminar con estos y hay que quitárselos y ponérselos con gran frecuencia, al entrar, al comer, y al dormir. Hace que andemos detrás de los hombres y no a la par con ellos…
La decoración incluye un piso de estera recubierto de tela, un biombo, un panel con grabados, un florero, una estufita con carbón, tetera y una taza.
En la taza se pone el polvo de té y se bate con agua caliente. La anfitriona arrodillada, pasa la taza a la primera invitada y luego cada invitada la limpia (después de beber) y la pasa a la otra.

Este té es verde, cargado y amargo y lo acompañan con bocadillo de frijol...

Nada de tostadas como en Gran Bretaña. El amargo del té -que se toma sin azúcar y naturalmente sin leche- se pasa con el dulce bocadillo oscuro semejante al de guayaba, pero hecho de frijol.

Se bebe y come en medio de una cantidad de reverencias. Y una vez que el anfitrión pide excusas por lo malo, y que los invitados admiran la maravilla de todo, éstos se van.

No se eternizan en la visita, ni se emborrachan (aunque el té en gran cantidad emborracha), ni hacen bostezar a los dueños de casa, sino que admiran, agradecen, se despiden y se van.

También puede ser por la incomodidad de la posición de rodillas en el suelo. No se usan asientos, la baja mesa redonda se pone en el suelo, los invitados de sientan alrededor doblando las rodillas hacia atrás.

Viajé en un barco japonés, aprendí a sentarme así. Aprendí que, en un hueco en la mesita, abajo sobre el suelo había brasas encendidas y encima se ponía la gran paila, allí todos poníamos lo que queríamos con nuestro juego de palillos y con este mismo los sacábamos en cuanto ya estaban cocinados.

Su bello arte de los floreros fue creado por los sacerdotes zen que, a partir de piedras, ramas secas y arena, elaboraban arreglos que eran distribuidos en tres zonas, el suelo, el hombre y el cielo, el significado es el deseo de eternidad del hombre aferrado a la tierra. Cuando se introdujo la religión budista al Japón, los monjes se empeñaron en llenar de significado religioso las actividades diarias. Con el tiempo el sentido religioso desapareció, pero la ceremonia que revestía todo lo que se hacía desde saludar hasta comer, permaneció.

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*Psicóloga UJ Filóloga UdeA

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