Tensión  por el gas, trasfondo de la  acusación a Catar

Autor: Jesús Eduardo de León Vergara
11 junio de 2017 - 03:03 PM

La decisión de Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Egipto y Baréin de romper relaciones diplomáticas con Catar, tiene al mundo a la expectativa.

Doha, Catar

En el Medio Oriente, la semana se vivió en medio de un choque de titanes. Arabia Saudí, junto a los Emiratos Árabes (EAU), Baréin y Egipto, y más adelante Yemen, Libia y Maldivas, rompieron relaciones diplomáticas con Catar, un país gasífero que representa un fuerte poder económico y político en la región.

Esos estados, liderados por Riad, acusaron al pequeño país del Golfo Pérsico de apoyar al terrorismo. La coalición cerró todos los puertos terrestres, marítimos y aéreos con Catar, expulsó a todos los diplomáticos cataríes de sus países, prohibió a sus ciudadanos viajar a Catar y, a los residentes en allí, se les dio un plazo de 14 días para abandonar el país.  

El Gobierno saudí justificó esas medidas por las "graves violaciones" de Doha que "ponen en peligro la soberanía" saudí, así como por su apoyo a "organizaciones terroristas", entre ellas, a los Hermanos Musulmanes, el Estado Islámico (Ei) y Al Qaeda.

Según el Gobierno de Catar, la decisión se fundamentó en "calumnias", pero  aseguró, rebatiendo a la acusación de injerencia en países extranjeros, que "respeta la soberanía de otros países y no interviene en sus asuntos internos".

Esta nueva crisis diplomática con ese país tiene lugar después de que el Gobierno catarí denunciara una campaña mediática contra el emirato, cuya agencia oficial de noticias fue pirateada y divulgó declaraciones atribuidas al emir Tamim bin Hamad al Zani, que causaron malestar en los países del Golfo.

Los antecedentes de la enemistad se remontan a 2014, cuando Arabia Saudí, EAU y Baréin retiraron a los jefes de sus misiones diplomáticas en Catar.  Por su parte, el actual gobierno egipcio, presidido por Abdelfatah Al-Sisi, mantiene tensas relaciones con Catar desde el golpe de Estado contra el islamista Mohammed Mursi, en el 2013, ya que la dinastía catarí apoyaba al derrocado Mursi, quien era respaldo por los Hermanos Musulmanes, una organización islamista vinculada con grupos como Hamás y Hezbollá.

Catar, asimismo, mantiene una estrecha relación con Irán, con quien comparte la explotación del campo de gas más grande del mundo. En el conflicto armado en Yemen, los saudíes acusaron a la monarquía de los Al-Tani de apoyar a los rebeldes armados hutíes. Cabe resaltar que Catar hace parte de la coalición militar que lucha a favor del gobierno de Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, que fue acusado por los hutíes de “alta traición”.

También, Catar es parte del Consejo de Cooperación del Golfo junto con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Kuwait, Omán y el propio Arabia Saudí.

Qué tiene Catar

Catar es un país más pequeño que el departamento de Antioquia y religiosamente homogéneo. Gracias a la explotación y venta del gas, este país ha logrado alcanzar uno de los mejores índices de desarrollo humano del mundo, según la Organización de Naciones Unidas.

Ha estado controlado por la familia Al-Thani desde comienzos del siglo XX, cuando se convirtió en un protectorado británico. Al independizarse de los británicos, en 1971, se descubrió el yacimiento de gas más grande de mundo: el South Pars-North Dome, al norte de la costa catarí y al sur de la iraní.

Actualmente, el país de los Al-Thani tiene el tercer volumen de gas en el mundo, al poseer más 25 billones de metros cúbicos de ese combustible.

Choque de poderes

Tanto Arabia Saudita como Catar son países cuya sociedad está regida por la estricta Ley Islámica. Ambos, asimismo, exportan la ideología salafista del islam en el mundo, que habla del verdadero y puro islam basado en la ideas del Corán, el libro sagrado musulmán.

Según el imán Julián Zapata, cofundador del Centro Cultural Islámico de Colombia, esa ideología piensa que su religión es la única verdadera y, por eso, ven lo diferente como profano. 
De esta ideología se han basado grupos armados fundamentalistas, como el Estado Islámico (Ei), Al-Qaeda, entre otros.

Zapata consideró que la decisión del países del Golfo contra Catar va más allá de la religión y, por el contrario, es un juego geopolítico y de hegemonía de la región.
“Se enfrentaron estas dos corrientes: el salafismo saudí y el catarí. Arabia Saudí pretende ser la gran potencia a nombre del salafismo y, con instituciones como la Liga Mundial Islámica, liderada por ellos, lo está logrando. Los saudiés son el mayor exportador del islam radical y quieren eliminar a su par”, explicó Zapata.

Catar era un país que no tenía mucha  importancia geopolítica hasta que encontraron los grandes yacimientos de gas. Por eso, a diferencia de Arabia Saudí, el mayor exportador de petróleo del mundo, Catar maneja el mercado del gas, siendo su principal renta.

Así lo analizó Juan David Escobar, coordinador de la especialización en Estudios Políticos de la Universidad Eafit, añadiendo que “eso le ha permitido a Catar la posibilidad de no ser el ‘niño obediente’ a las directrices de Arabia Saudí. Tienen la ventaja de depender del gas, mientras que los saudíes venden petróleo. Esto les permite tener cierto nivel de independencia. Con el gas, han adquirido un poder económico que amenaza la hegemonía saudí en la región”.

“Catar, igualmente, tiene relaciones con Turquía y con Irán, con este último comparte el mayor campo de gas del mundo. Catar ha dado señales de independencia y eso toca el ego de Arabia Saudí”, explicó Luis Bosemberg, profesor de la Universidad de los Andres y experto en Oriente Medio.

La decisión también tocó a los medios de comunicación, puesto que Arabia Saudí expulsó al canal de televisión catarí Al Jazeera de su país y Egipto tiene preso a un reportero de ese medio.
Para Bosemberg, “la cadena de televisión Al Jazeera, una de las más influyentes y populares de Oriente Medio y el mundo, ha mostrado cosas que a la monarquía saudí, del rey Salmán bin Abdulaziz, y a otros países árabes, no les han gustado”. 

Por otro lado, Arabia Saudí quiere quitarse la imagen de financiador de grupos terroristas. “Están tratando de quitarse de encima ese papel de financiador del terrorismo y, por eso,  quiere dispararle a Catar. Quieren desviar la atención del mundo de exportador del islam radical. Quieren decir que están contra el terrorismo, acusando a su otro exportador de terrorismo”, dijo el imán Zapata.

Añadió que “para nadie es un secreto que Arabia Saudí comparte la misma ideología de grupos como el Ei, entonces, ¿qué es lo quieren hacer? Si yo acuso a otro, igual que yo, de hacer lo mismo de lo que se me acusa, estoy limpiando mi imagen”. 

El papel de Irán

Entre Catar e Irán queda el campo de gas más grande del mundo: 9.700 kilómetros cuadrados que albergan 43 trillones de metros cúbicos de reserva.
Al conocerse el rompimiento de las relaciones diplomáticas, la reacción de Irán no se hizo esperar. El Gobierno iraní aseguró que, para solucionar la crisis entre Catar y otros países árabes, la única salida sensata es el "diálogo transparente y franco”. Además señaló que esa división perjudica a la región de Oriente Medio.

"La República Islámica de Irán hace un llamamiento a todos los países vecinos que participan en la actual disputa para que aprendan de las amargas experiencias de la región", dijo en una nota el portavoz de Exteriores iraní, Bahram Qasemi, citando como los verdaderos problemas de Oriente Medio el terrorismo y la ocupación israelí de Palestina.

Por ello, pidió a los países en disputa abstenerse de "reacciones emocionales" y mostrar "prudencia y máxima contención para aliviar la crisis".

La rivalidad de Arabia Saudí con Irán, además de la hegemonía regional, está marcada por la ideología religiosa. La monarquía está regida por el salafismo wahabista tafkarí, mientras que al país de los ayatolas exporta chiismo yafarí. 

La posible injerencia de Estados Unidos

La crisis se da a solo dos semanas de la visita del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a Riad. Este hecho, interpretado como un acercamiento del país norteamericano a Arabia Saudí después de que el gobierno de Obama firmara un acuerdo para regular el programa nuclear iraní, pudo haber influido en la drástica decisión.

Sin embargo, hasta que no se den hechos que involucren al país norteamericano, no se podría decir que tuvo injerencia en la decisión.
Estados Unidos tiene la base militar aérea más grande del Oriente Medio en Catar. “Si Estados Unidos retira sus bases militares, quedará demostrado que sí influyó en la decisión y que Arabia Saudita prepara algo en Catar”, contó el profesor Escobar.

Las posibles consecuencias

La situación en el golfo Pérsico ha dado pie a diferentes interpretaciones. Para Julián Zapata, Arabia Saudí prepara una intervención militar en el pequeño país del golfo Pérsico. “Esas medidas tan drásticas solo pueden significar una cosa: Arabia Saudí quiere eliminar al país que esté en desacuerdo con sus posturas, al estilo Bárein”.

De la misma manera, Bosenberg afirmó que lo que buscan los saudíes es cambiar el régimen catarí. “Quieren crear un conflicto para que tumben al régimen catarí y crear un gobierno más cercano a ellos. Las medidas que tomaron son durísimas. Están aislando hasta los vuelos y los están castigando”.

“Ninguno cambiará sus posturas. Arabia Saudí no puede mostrarse condescendiente, porque haría un ridículo muy grande. Catar va a tener que disminuir su activismo y no mostrarse en contra de las demás decisiones de sus compañeros, pero tampoco se puede desvincular a Irán, porque la principal fuente de ingresos (el gas) es compartido con ellos”, concluyó el docente de la Universidad de los Andes.

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