Esa medida implica recortar la plantilla diplomática, técnica y de apoyo de las misiones de Estados Unidos en Rusia hasta dejarla en 455 personas.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, promulgó este miércoles a regañadientes una ley que impone nuevas sanciones contra Rusia, al subrayar su "preocupación" porque limita su poder para levantar ese castigo sin la aprobación del Congreso.
La ley, aprobada la pasada semana por abrumadora mayoría bipartidista en las dos Cámaras del Legislativo, contempla sanciones que afectan a la industria petrolera y minera de Rusia por su supuesta injerencia en las elecciones de 2016 en EE.UU. para perjudicar a la demócrata Hillary Clinton, derrotada por Trump.
La legislación, que incluye sanciones contra Corea del Norte e Irán por sus programas armamentísticos, también penaliza a Rusia por su actividad militar en el este de Ucrania y su anexión de Crimea en 2014.
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Asimismo, la ley busca castigar a ciudadanos rusos implicados en violaciones de derechos humanos, responsables de ciberataques e individuos que hayan suministrado armas al Gobierno de Siria.
Trump firmó el texto de manera discreta, sin cámaras de televisión en el Despacho Oval que difundan la rúbrica como en otras ocasiones, en las que la Casa Blanca ha querido dar un realce mediático a las decisiones del presidente.
No en vano, la promulgación de la ley trunca, de momento, el deseo del mandatario de mejorar las relaciones bilaterales con el Kremlin, anhelo que se ha topado con el escepticismo de legisladores republicanos y demócratas y las investigaciones sobre los posibles lazos entre la campaña de Trump y Rusia en los comicios de 2016.
El gobernante republicano ha negado cualquier intento ruso de influir en los comicios, pese a que los servicios de espionaje estadounidenses sostienen que la inteligencia rusa orquestó ciberataques para ayudar al magnate neoyorquino en la campaña.
El presidente incluso ha calificado de "caza de brujas" las investigaciones en curso del Congreso de EE.UU. y un fiscal especial sobre la presunta intromisión electoral del Kremlin. La firma de la ley supone, además, una derrota para el Gobierno de Trump, que había expresado inquietud al considerar que invade el poder del Ejecutivo debido a que el presidente necesita la anuencia del Congreso para cancelar las sanciones.
En un comunicado, el propio mandatario tildó hoy la legislación de "considerablemente defectuosa" y alegó que contiene "varias provisiones claramente inconstitucionales" que "sustituyen la autoridad constitucional exclusiva del presidente".
"Al limitar la flexibilidad del Ejecutivo -esgrimió-, esta ley hace más complicado que EE.UU. alcance buenos acuerdos para el pueblo estadounidense y acercará mucho más a China, Rusia y Corea del Norte". Muy a su pesar, Trump finalmente rubricó el texto legislativo "por el bien de la unidad nacional", pues representa "la voluntad del pueblo estadounidense de ver que Rusia da pasos para mejorar la relación con EE.UU.".
El presidente promulgó la ley después de la orden decretada la semana pasada por Moscú al Gobierno de EE.UU. para recortar su personal diplomático en Rusia, justo en represalia por estas últimas sanciones aprobadas por el Congreso norteamericano.
El Ministerio de Exteriores ruso ordenó al Gobierno estadounidense que, a partir del 1 de septiembre, reduzca el número de diplomáticos y colaboradores que trabajan en su embajada en Moscú y en los consulados de San Petersburgo y otras ciudades, hasta el mismo número del personal diplomático que Rusia tiene en Estados Unidos.
Igualmente, el Ministerio de Exteriores ruso anunció que desde el próximo 1 de septiembre la Embajada de EE.UU. no puede utilizar unos almacenes en la capital rusa ni tampoco la mansión de que dispone en Serebrianyi Bor, una elitista zona de descanso en Moscú.
Esa última medida parece responder a las sanciones impuestas en diciembre pasado por el entonces presidente de EE.UU., Barack Obama, que privaron a Rusia de la utilización de dos mansiones en Maryland y Nueva York que supuestamente se habían usado para espionaje.
Antes incluso de que Trump promulgara la ley, el presidente ruso, Vladímir Putin, ya atribuyó la semana pasada las sanciones a una "histeria antirrusa" en Estados Unidos. Y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia advirtió de que constituyen "un paso muy serio hacia la destrucción de las posibilidades de normalizar las relaciones".