Leer el magnífico libro, escrito a la par, con su retiro voluntario del complicado mundo de la banca
Es hermoso comprobar como un ser humano amistoso, un gran músico, compositor y maestro y, además, dueño de una elegante y valiosa tienda de instrumentos de música, fallecido hace ya varios años, sea el padre de tan valioso profesional de la industria y de las finanzas. Y más maravilloso aún, leer el magnífico libro, escrito a la par, con su retiro voluntario del complicado mundo de la banca.
Él es CARLOS RAÚL YEPES, declarado: “líder transformador por su proyecto de una banca más humana”; “líder con mejor reputación en Colombia”; “agente del cambio social”; “uno de los veinte mejores líderes de Colombia”; etc. Ha recibido varias condecoraciones, no solo por su “hacer”, sino también por su “ser” espiritual, exquisito, comprometido. Hay que leer su libro: “POR OTRO CAMINO”, del cual dice el futbolista James Rodríguez: “En el partido de la vida, Carlos Raúl ha hecho goles clave; pero en este libro, que es una cancha llena de enseñanzas y experiencias, demuestra que es un jugador que prefiere hacer los pases para que los demás griten gol”. ¡Excelente y acertada alegoría!
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Leamos algunas de esas enseñanzas y experiencias:
“…aquello que a veces parece un monólogo es el más profundo de los diálogos, el que se hace con uno mismo, un momento de concentración, reflexión y autocrítica. Es el proceso de conocerse a uno mismo, con sus debilidades y fortalezas” (p.28, primera edición: abril, 2017).
“Ya empezaba a delinear el camino por recorrer, quería ir por otro camino, el de la inclusión, la justicia social y la equidad… en la búsqueda de una transformación que dejara huella e inspirara nuestro pensamiento y nuestra acción…; Somos una sociedad en la que se privilegia la cultura del atajo, del avispado y de lo fácil. Y esto, como la injusticia social, no requiere de un cargo para combatirlo, sino de decisiones éticas cotidianas”. (p. 31)
“Somos lo que somos por nuestro entorno, nuestras familias, nuestra educación, nuestros amigos; ellos determinan cómo nos comportamos en la sociedad y en qué cosas creemos. En mi caso no fue diferente. Conceptos como integridad, inclusión y equidad nacieron durante mi infancia. Mi papá era músico…un hombre disciplinado y de mentalidad muy abierta….” (p. 33),
“En nuestras manos siempre existe la posibilidad de servir…Venimos al mundo para servir…. […] Cuando me preguntaba qué me molestaba del sector financiero, la respuesta era muy clara: era un lugar lejano, frío, irrespetuoso y excluyente…… Después de haber construido una economía de bienes materiales, teníamos que desarrollar urgentemente una economía de cualidades humanas….”
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Cinco conceptos básicos como base de la humanización del grupo y de cada uno de nosotros:
1. Aprender a hablar (Cómo transmitir lo que pensamos, el tono para decirlo, la claridad del lenguaje…)
2. Aprender a escuchar. (Para poder hablar, hay que escuchar).
3. Aprender a manejar los juicios y los prejuicios. (Somos rápidos en juzgar a los demás…, emitir veredictos… hay gran diferencia entre emitir un juicio y una afirmación).
4. Aprender a controlar las emociones. (Muchas veces las organizaciones y relaciones entre personas no avanzan y se deterioran debido a una frase que duele y desmoraliza…)
5. Aprender a cumplir las promesas. (Cuando uno no cumple lo que promete, genera desconfianza y pierde la credibilidad). (p.42)”
“No podemos hablar del éxito de nuestras adquisiciones si no hablamos de las ‘5 R’s’:
1. Respeto. (Cada actividad de la vida debe estar basada en el respeto).
2. Riesgos. (Si somos irresponsables y no cuidamos lo que tenemos, la sociedad entera sufre).
3. Reputación. (Si actuamos mal… nuestra reputación se lesiona, nuestra confianza decae… No solo necesitamos solvencia económica sino también solvencia moral).
4. Responsabilidad con la sociedad. (Preguntarse cuál es su rol frente a su comunidad).
5. Regulación. (Estar atentos a las normas: su motivación, su impacto y su razón de ser…). (p.82)”
Y al retirarse voluntariamente de su alto cargo, Carlos Raúl Yepes nos dice al final del libro:
“Mi meta es seguir caminando, tranquilo, ilusionado y ligero de equipaje. Y en la búsqueda de sentido en la vida para todo lo que hacemos; diría que: ‘Aunque hubiera recorrido todos los caminos, cruzando montañas y valles…, si no he descubierto la libertad de ser yo mismo, no he llegado a ningún sitio”. (p. 217)