Con castigo físico y trato humillante no se educa, se afecta el desarrollo psicoemocional y se violenta la dignidad de niñas, niños y adolescentes.
Los golpes, los gritos y el maltrato no hacen mejor a ninguna persona; por el contrario, la evidencia de estudios a todo nivel demuestra que son prácticas que tienen efectos negativos y muy nocivos en quien los sufre. Por eso antes de levantar la mano contra una niña o un niño, hay que pensar lo que se está haciendo, no sea que resulte peor el “remedio” que la enfermedad.
“La gente suele usar muy rápido la expresión…por un golpe que le dé a mi hijo una vez en la vida no se va a traumar. Cuidado, esa es una expresión basada en la creencia y en la tradición, porque hoy las neurociencias lo que nos dicen es que un golpe puede alcanzar para traumatizar a un niño. Cualquier zarandeo, cualquier bofetada, cualquier degradación puede dejar una huella indeleble en un niño que va a afectar su capacidad de reflexión, análisis, síntesis, su capacidad de frenar los impulsos. Eso refleja la gravedad del castigo corporal o humillante, y nos dice que no es cosa menor, no es educación, no es disciplina, es maltrato, y eso, de alguna manera, explica porque tenemos hoy sociedades latinoamericanas tan altamente destructivas, con tales niveles de violencia”, argumentó el psicólogo clínico, psicoterapeuta y escritor mexicano Gaudencio Rodríguez Juárez, durante el Conversatorio Sin golpes ni gritos: por una crianza positiva para vivir en paz, realizado por Conexión Familia.
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Pero no son solo los daños físicos y psicológicos que produce a mediano y largo plazo, el tema del castigo físico y humillante “es una violación a los derechos del niño, a la dignidad humana y a su integridad física, sicológica y personal. Elemento que ha sido resaltado en la convención sobre derechos humanos”, resaltó Gloria Carvalho, directora de Alianza por la Niñez Colombiana.
Sostiene que además afectar la parte cognitiva del niño o la niña, lo que interfiere negativamente en su capacidad de aprendizaje, “desde la perspectiva socioemocional, el castigo físico y humillante es una práctica que genera sentimientos negativos, inmediatos y a mediano plazo, que conllevan a sensaciones de soledad, tristeza o abandono, lo que también deja a una persona en condición de mayor vulnerabilidad, ya que se afecta la autoestima y eso genera sentimientos de subvaloración y de expectativas negativas frente a sí mismo, igual que puede empujarla al consumo y dependencia de sustancias psicoactivas e incluso del alcohol o a intentos de suicidio.
Otro escenario muy preocupante, apuntó, “es que puede deteriorar la relación padre-hijo, pues también se ha demostrado que los golpes generan sentimientos de miedo, temor, rabia y odio, que terminan en desconfianza y alejamiento”.
“Nunca ha estado bien golpear a las personas, y los niños y las niñas también son personas. No son los menores que se pueden tratar de cualquier manera, así le cueste mucho a las personas desde su condición de adultos reconocerlos como sus iguales, como seres humanos que son”, sustentó Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi.
“La letra con sangre entra”, así han criado a NNA por generaciones. “No, un cerebro asustado no aprende. Cuando se le grita o se le pega a un niño o niña, inmediatamente de escuchar y de entender, se asusta, se bloquea”, defendió.
“El Comité de los Derechos del Niño le ha ordenado a muchos países, incluido Colombia, que deroguen el artículo 262 del Código Civil, que establece un castigo moderado para niños y niñas, que puede llegar a justificar el castigo físico, humillante o degradante”, logro que ya se ha establecido en 57 países, precisó el abogado Alejandro Ruiz Caicedo, especialista en derecho de familia.
Suficientes razones para entender porque no se debe recurrir al castigo físico en la crianza de los niños, una “herencia cultural” que hay que abolirla y sustituirla por prácticas no violentas, por pautas positivas que cultiven el respeto y la Noviolencia desde el hogar.
En ese sentido apunta el Proyecto de Ley que prohíbe el uso del castigo físico, los tratos crueles, humillantes o degradantes y cualquier tipo de violencia como método de corrección contra niñas, niños y adolescentes, y que ahora va a trámite al Senado después de ser aprobado en segundo debate en la Cámara de Representantes.
Proyecto que, además de velar por los derechos del niño, busca impulsar un proceso de transformación cultural y social respecto a la manera en que se ejerce la disciplina, la autoridad y fijación de límites por parte de los papás, representantes legales y cuidadores con sus hijos o menores de edad bajo su cuidado y responsabilidad.
“Y no es que los padres pierdan la capacidad de corregir a sus hijos, sí lo pueden hacer, seguirán ellos ordenando lo que pasa al interior de la casa, con democracia, con autoridad, sin permisividad, pero ante todo sin violencia y con respeto”, aclaró Julián Peinado, representante a la Cámara por el departamento de Antioquia y ponente del Proyecto.