Por Álvaro Pérez Molina*

El crecimiento demográfico global y el esfuerzo de la mayoría de los Estados por mejorar la calidad de vida y el poder adquisitivo de los ciudadanos, mantendrá de manera incremental la presión sobre los recursos naturales como el agua, el suelo y los minerales. Frente a ello, nos detendremos en analizar estos últimos, en específico el oro y el cobre, dado los dilemas que genera su extracción ante la opinión pública del departamento y el país.

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En cuanto al oro, podemos decir que es un mineral de alto interés en el mercado global por tres razones principales, es un bien suntuoso, es un refugio para la economía y es un mineral de excelente conductividad eléctrica. En ese sentido, la demanda de oro en el ámbito mundial crecerá con el mejoramiento del poder adquisitivo de los países, por ejemplo, en la India el oro es altamente apetecido por razones culturales; a su vez, crecerá la demanda en la medida que los países y la banca internacional, busquen incrementar sus reservas de este mineral ante la inestabilidad económica del mundo; y finalmente, por el crecimiento exponencial del mercado de aparatos electrónicos como celulares, tabletas y televisores, dada la capacidad del consumidor promedio para adquirirlos.

En relación con el cobre, el compromiso de la mayoría de los países de migrar hacia matrices energéticas más limpias atendiendo los acuerdos multilaterales como la Agenda 2030 por el desarrollo sostenible, incluido Colombia, ha generado una presión sobre este mineral, debido a su utilización para la fabricación de paneles solares, aerogeneradores y, en general, componentes eléctricos funcionales para la generación de energía renovable no convencional.

La dinámica del mercado asociada al oro y el cobre ha incrementado el interés en Antioquia, debido al potencial de reservas que tiene el departamento, lo cual ha llevado a realizar profundas reflexiones en torno a la minería, y en específico, a los impactos sociales y ambientales que genera y a los beneficios que produce para el país y los territorios.

En los últimos cinco años, Antioquia ha generado en promedio el 45% del oro del país, sin embargo, las posibilidades de extracción pueden ser mayores debido a que la mina Buriticá entrará este año en operación, con reservas probadas en oro de 3.7 millones de onzas, lo que incrementará en un 40% la producción anual de oro legal del país; y el proyecto Gramalote en San Roque, con recurso indicado de 3.9 millones de onzas de oro. En cuanto a cobre, actualmente se encuentra en licenciamiento el proyecto Quebradona con reservas estimadas en 4.1 millones de toneladas de concentrado de cobre, convirtiéndolo en el primer depósito de talla mundial en este mineral que tiene el país.

Sin embargo, existen retos estructurales que alejan a Antioquia de ser un referente en materia minera, entre ellos, las altas cifras de informalidad bajo las cuales se sigue realizando la minería, según USAID, tenemos en el departamento aproximadamente 1.664 minas informales; de igual forma, la extracción ilícita de yacimientos mineros bajo control de estructuras criminales, lo cual sigue siendo un gran pasivo institucional; y las expresiones de desaprobación ciudadana a la minería reflejada en 17 municipios con acuerdos que prohíben la minería de metales.

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Tanto las oportunidades como los retos referidos dan cuenta de la necesidad que tiene la dirigencia pública, el sector minero y la ciudadanía antioqueña, de promover una nueva agenda minera para Antioquia, soportada sobre criterios de legitimidad y legalidad, fortalecimiento de la capacidad institucional, diálogo informado, sostenibilidad y gobernanza territorial.

En una próxima columna de opinión expondremos las propuestas que desde Socya tenemos para avanzar en la construcción de esa nueva agenda.

* Director de Gestión de Proyectos, Socya

Correo: socya@socya.org.co