La sorpresa que se llevó el fotógrafo sudafricano al conocer la diversidad de aves que habitaba la región lo llevó a plasmarlas en 180 inigualables fotos que fueron publicadas por la Editorial Villegas.
Las diferentes visitas de Murray Cooper a Colombia no le han bastado para conocer toda la riqueza ecológica con la que cuenta el país, entre ella, la diversidad de aves que habitan en las diferentes regiones.
Así lo demostró en la producción de su más reciente libro Aves del Casanare, en el que en 180 fotos narra cómo Colombia es uno los países más afortunados en cuanto a naturaleza se trata, y como se ha deteriorado el hábitat por cuenta de ciertas modalidades de desarrollo social.
El sorprendente encanto del fotógrafo, que ha trabajado con medios como NatGeo, no se hizo esperar al llegar y conocer especies que en su vida profesional se había llegado a topar, muchas de las cuales solo habitan en nuestro país.
Despojado de banalidades o artificios de un profesional, Cooper se adentró en el Casanare para plasmar con su lente una experiencia vital y enriquecedora que representó todo un reto para él y las personas que hicieron parte de su trabajo de cuatro semanas.
EL MUNDO habló con Benjamín Villegas, quien se encargó de la dirección, edición y diseño del libro, sobre los retos, implicaciones y sorpresas que conllevó la publicación.
Yo conozco a Murray Cooper hace ya 10 años en medio de un trabajo que desarrollaba en Colombia de aves de los Andes junto a Natgeo, ahí fue cuando quedó fascinado con este jardín de aves que es nuestro país y cuando inició nuestra relación profesional. Con él tenemos en Editorial Villegas ya dos publicaciones, uno sobre las aves colombianas y el otro sobre los colibríes, sin embargo, el año pasado me contactaron de una entidad que se llama GeoPark, una empresa petrolera radicada en el Casanare, que tenía varias ideas para celebrar editorialmente sus 5 años en Colombia y dentro de las ideas que tenían de flora y fauna mencionaron el tema de los aves, ya que cada uno de sus campamentos tiene el nombre de una ave distinta.
Desde ahí supe que lo que tenía que hacer era ampliar ese tema y publicar un libro sobre la riqueza de aves que tiene esa región, presenté la propuesta a GeoPark y fue aprobada. De inmediato contraté de nuevo a Cooper, quien se puso feliz de volver, para que plasmara con su lente las aves teniendo la idea de que su estadía fuera más amplia que las anteriores.
Fue un viaje muy organizado de casi cinco semanas que contó además con la presencia de un biólogo guía, con quien se hizo un inventario de las especies que se sabía habitaban la zona. Fue un trabajo muy gratificante, tanto para ellos como visitantes como para la producción del libro en general.
Evidentemente él quedó muy enamorado de la región y considera que dentro de las muchas fotos de aves que ha hecho algunas de las especies que encontró en Casanare le causaron una especial atención y gusto dentro de su trabajo, además tuvo mucha suerte, porque viajar en Colombia no es fácil aunque ya lo había hecho antes y siempre hubo mucha gente que le hablaba sobre la inseguridad de la región y le creaba una serie de temores y paranoias, pero encontró personas muy amables que lo orientaron en todo el trascurso del recorrido.
Nosotros teníamos una meta de capturar 200 especies, pero de esas sólo logramos capturar 180, lo que igual es sorprendente, todas ellas se publicaron en el libro, que de hecho quedó con una suma mayor a la que yo le había ofrecido a GeoPark, el patrocinador. Al finalizar el viaje Cooper me entregó el material debidamente referenciado con sus nombres vulgares y científicos tanto en español como en inglés para yo proceder con la selección de las fotografías.
Los principales retos de la publicación de un libro como estos es la organización del viaje, es tratar, con la ayuda de biólogos, de encontrar las múltiples especies, una ruta adecuada con contactos para que el fotógrafo y su acompañante pudieran tener una buena experiencia y en términos del resultado del libro poder captar, como en efecto se hizo, una serie de aves que no necesariamente existen en todas las regiones de los Llanos, sino que de alguna manera son propias de unas zonas. Y por supuesto esperar que no les pase nada debido a lo valioso del material y equipo.
Claro, yo quedé altamente satisfecho con la calidad del libro. Esta semana mandé los ejemplares que necesitan en unos premios literarios de Estados Unidos con la ilusión de ganar algún galardón y con la confianza de que Aves del Casanare pueda quedarse con la categoría de Mejor uso de fotografías y también lo pienso escribir como Mejor libro de viajes.
Sí, nos pareció importante poner un índice gráfico, tanto en español como en inglés, que referencia algunos aspectos específicos de cada una de las especies, descripciones de su alimentación y comportamiento, es breve, pero muy concreto y le muestra a las personas interesadas por las aves lo particular de cada especie.
Eso para mí es muy importante, yo vengo haciendo libros de buenos aspectos del país desde hace 45 años y he visto desafortunadamente como se ha venido deteriorando el ecosistema y la conservación de las especies. Murray me preguntó si lo podía hacer y yo le dije que sí, que lo dijera, porque de alguna manera no podemos solo deleitarnos con los libros y con el placer que nos da mirarlos, sino que de alguna manera queremos que quien los mire pueda ser consciente de que el ambiente no es permanente y no existirá toda la vida.
Es un trabajo muy importante al igual que oportuno, producido con la más alta calidad a nivel internacional que permite a su vez que estos libros lleguen a la gente culta y a la gente interesada por esta serie de temas para que a Colombia se le reconozca lo que tiene, y eventualmente, ayude en algún momento a conseguir los recursos para la protección del ecosistema a través de organizaciones del exterior.