¿Por qué ahora esas rutas seguras las encabezan contratistas de la Secretaria de Seguridad y no profesionales en pedagogía, sicología o trabajo social?
— Yo los vi pasar con los rifles
— ¿Y tú qué hiciste? ¿No te dio mucho susto? Le pregunté al niño de una de las instituciones educativas de la comuna 13 en la que estuve la semana pasada.
— Me entré; pero normal, ellos no le hacen nada a los niños.
Quedé en silencio. Esas palabras me derrumbaron y me siguen retumbando en la cabeza. Son más poderosas que la misma imagen de las personas saliendo en cuclillas de las cabinas del metrocable por los disparos de fusil que obligaron a la evacuación de los pasajeros, quienes salieron —como hace 16 años— en búsqueda de una trinchera.
Ese niño que inocentemente se me acercó a decirme esas palabras, después de escuchar una conversación que tuve con el coordinador de esa institución educativa, hacía parte de una minoría que ese día asistió a la escuela. Cerca del 70 por ciento de los alumnos de diferentes centros educativos de la comuna 13 no asistieron a clase por las condiciones de seguridad. Pueda ser que los menores que faltaron por esos días regresen.
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La deserción escolar ha encontrado una barrera de 3,1 por ciento que la ciudad históricamente no ha podido vencer. Ese joven que abandona la escuela y que de pequeño seguramente pensaba que “los muchachos” no le hacían nada a los niños podría terminar siendo uno de ellos. Esa tasa —que aunque baja comparativamente con otros años—sigue representando unos 10.800 niños y jóvenes que abandonaron las escuelas de Medellín en un año, lo que en consecuencia podría traducirse mínimo en futuros NiNis.
En 2012, por ejemplo, la ciudad invertía más de 8.000 millones de pesos anuales en el contrato de transporte escolar para 33 instituciones educativas ubicadas en lugares con problemas de orden público. En ese momento se lograban transportar a casi 8.000 alumnos de manera segura hasta sus escuelas. ¿Qué pasó con ese programa?, ¿Por qué ahora esas rutas seguras las encabezan contratistas de la Secretaria de Seguridad y no profesionales en pedagogía, sicología o trabajo social?
Más que lograr que los niños vuelvan a clase —que es un primer paso— hay que saber responder a las preguntas que se están haciendo al salir a las ventanas de sus casas. Y eso no se logra con un hashtag en redes sociales, tampoco con un recorrido del alcalde con megáfono en mano y mucho menos con una intervención exclusiva de más pie de fuerza.
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En esta campaña difícilmente se puede decir que no hay por quién votar. Por primera vez en mucho tiempo hay un abanico de posibilidades en todo el espectro político.
Hay un candidato al que se le ha visto de parranda en parranda: en Dislicores y acompañado por los cantantes vallenatos Silvestre y Poncho Zuleta; hay otro que vive en tarima echando discursos populistas; otro transando con los de siempre y el profesor, deliberando en las calles y universidades; él sin duda, es la mejor opción.